las abejas, que son un magnífico ejemplo de sociedad superior y saben
preparar la miel: trabaja para que la idea de la fraternidad universal se
extienda sobre la Tierra, y aprende a elaborar su propia miel espiritual”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
La abeja ha representado una fuerte carga simbólica a través de los siglos. Sin duda, el ejemplo más conocido es el uso por parte de la dinastía merovingia francesa de las abejas como elemento mágico: digo conocido gracias al éxito de best sellers como “El código da Vinci” donde se menciona el simbolismo de este insecto.
De hecho, fue el descubrimiento de unas abejas de oro en la tumba del rey merovingio Childerico (muerto en el 481 de la Era Común) lo que evidenció la importancia que tenían las abejas para la realeza francesa de aquella época…
En realidad, la abeja ha sido a través de los siglos un símbolo del alma y su chispa divina, por un lado, y de la realeza, por otro. La imagen de la abeja reina a la que todos servían ha servido de inspiración para ello. De hecho, en el antiguo Egipto era la representación del alma de los hombres y de la pervivencia de la misma después de la muerte.
Pero, al mismo tiempo, era una representación de la corona del Bajo Egipto, como el junco simbolizaba el Alto Egipto. Un mito de aquella cultura nos cuenta que las abejas de miel fueron las lágrimas del dios del sol Ra: y es que la abeja ha sido un animal solar por naturaleza.
En Grecia la ciudad de Efeso estaba ligada a las abejas: se decía que musas en forma de abejas eran las que habían encabezado a los atenienses que colonizaron la zona. Asimismo, las sacerdotisas que celebraban los antiguos misterios de la diosa Artemisa eran llamadas Melissai, “Las abejas”, y la misma diosa era representada con figuras de nuestro insecto en su cinturón y en su falda.
En España, concretamente en el País Vasco, las abejas eran miembros de la familia, y se les contaba todas las vicisitudes familiares porque si no abandonaban la colmena. Esta costumbre debe inscribirse en el profundo respeto a los muertos de los habitantes del norte de la península, principalmente en el País Vasco y en Galicia: el antiguo simbolismo de las abejas como animales relacionados con la muerte y la resurección probablemente se extendió hasta la península por la antigua y mágica vía del “rebautizado” camino de Santiago.
Pero volvamos a la tumba del rey Childerico y sus abejas de oro. Aquí podemos ver un doble simbolismo: el más evidente y exotérico, y uno más esotérico. Evidentemente, la abeja era un símbolo de la corona merovingia, como lo había sido siempre de cualquier realeza.
Pero según diversas investigaciones realizadas por autoras como Margaret Starbird, las abejas también tendrían una relación simbólica con la sociedad matriarcal, por su estructura social con la reina madre al frente: si tenemos en cuenta que se ha relacionado el origen de la dinastía merovingia con María Magdalena, la supuesta esposa de Jesús, las abejas reflejarían la procedencia femenina de la dinastía real…
Sea como sea, Napoleón hizo bordar abejas en su manto de coronación como emperador, reconociendo su antiguo significado.
También encontramos a la abeja entre los dioses del nuevo mundo, si bien como un dios masculino compañero de la diosa luna en la cultura maya, probablemente por la fuerte cultura patriarcal existente en la zona: aunque tambien hay informaciones al respecto de la adoración de una entidad femenina identificada con la abeja entre los mayas del Sureste de México.
Como muestra de un uso reciente de esta vertiente esotérica, un maestro como Jodorowsky utiliza la miel como símbolo de la dulzura y los buenos sentimientos en sus terapias psicomágicas.
Inspirador, como siempre.
Animal solar y femenino, símbolo de la resurrección y del alma, las abejas siempre han acompañado los sueños de trascendencia de los seres humanos. Y es justo ahora que la sociedad por fin reconoce que la balanza ha estado demasiado decantada hacia lo patriarcal cuando uno de los símbolos de la Gran Mater puede desaparecer…
¿Casualidad, o señal para que acabemos de despertar?
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Hola, Mauro, desconozco la geografía del lugar en que te encuentras, pero me gustaría saber que estás bien y que no te ha afectado ese tifón.
ResponderEliminarUn abrazo.